Hoy, todo es ciencia

Columna publicada por El Mostrador el jueves 24 de abril de 2018.

El mundo vive una revolución del conocimiento científico-tecnológico que está transformando la sociedad. Nuestro día a día está relacionado en todos los aspectos con la ciencia. Desde la ampolleta que prendemos cuando nos despertamos, hasta la decisión de la ruta que vamos a seguir para ir al trabajo. Todo es ciencia. El marcapasos, los antibióticos, las vacunas que aumentaron la expectativa de vida de la humanidad. Todo es ciencia. Hoy dependemos de la  ciencia en todo: nuevas formas de empleabilidad, relaciones humanas intermediadas por aparatos, la farmacología, etc.

Conocer la secuencia del genoma humano ha sido comparada con la llegada del hombre a la luna. De hecho desde que conocemos el código genético estamos cruzando un puente hacia una sociedad que tendrá que discutir una nueva dimensión de sus derechos y de sus límites éticos. Hoy podemos secuenciar el genoma de un individuo cualquiera a un precio razonable, pero todavía no hemos discutido quien puede tener acceso a esta información. No hemos discutido aun cuales son nuestros derechos genéticos o cuales son las formas de discriminación genética que podrán existir ¿Si nuestros jóvenes no estudian ciencias, cómo van a conocer y defender sus derechos genéticos?

De una forma similar estamos viendo cómo desaparecen los medios de comunicación impresos y la televisión abierta enfrenta la peor crisis de su historia . Los jóvenes y también cada vez más “los viejos” se informan a través de plataformas como Facebook, donde no hay editores pero hay algoritmos.  Vivimos en una sociedad donde la vida virtual parece ser pura felicidad y muchos están todo el día pendientes de un “like”. Ya hemos empezado a hablar de trastornos del ánimo debido a los efectos de las redes sociales, en otras palabras, ya estamos estudiando cómo nuestra biología está siendo afectada por el mundo virtual producto de la ciencia ¿Cómo va a afectar la conectividad y la información al derecho a la privacidad individual, al derecho a informarse adecuadamente, al bullying cibernético o a nuestra biología? ¿Cómo van a debatir y legislar los futuros representantes de la sociedad del mañana si no saben cómo opera la ciencia que los impacta en sus derechos más básicos?

La educación científica nos aporta pensamiento crítico. El pensamiento crítico es un proceso por el cual se analiza, se entiende, se evalúa y se organizan las ideas y el conocimiento que pretenden interpretar y representar el mundo, sin aceptar como verdaderas las opiniones o afirmaciones que surgen de la cotidianidad. En otras palabras los ciudadanos educados en la ciencia aprenderán a discutir y argumentar, aprenderán además una estructura metodológica y resolución de problemas que podrán usar en otras áreas de su vida. La educación científica además es cooperativa por lo genera habilidades blandas para el trabajo en equipo, genera curiosidad y fomenta la iniciativa. Es importante que todas estas características se implementen a temprana edad y se cultiven a lo largo de la vida porque todas éstas características son los componentes necesarios para generar conciencia ciudadana y nuevo conocimiento, que en la actualidad son los pilares del desarrollo socio-económico de los países.

La educación científica nunca fue tan importante como hoy en día. Hoy, todo es ciencia. Nuestra sociedad debe estar educada en ciencia, necesita saber de ciencia, y mantenerse informada sobre los avances de la misma para poder debatir y tener una opinión para abordar los nuevos paradigmas y las nuevas fronteras del ser ciudadano del siglo XXI.