GEMA U. Mayor participa en estudio que reveló cómo las ciudades están alterando la evolución
Maureen Murúa es coautora de la investigación, destacada en la portada de la revista Science, que a partir del análisis de una pequeña planta, como lo es el trébol blanco, entrega clara evidencia de las alteraciones que las ciudades provocan en la evolución de la vida. El trabajo es parte del proyecto colaborativo internacional GLUE, liderado por la U. de Toronto Mississauga en Canadá, y representa el primer estudio de campo sobre evolución a escala global.
Los seres humanos, al construir extensas ciudades, están constantemente cambiando el medio ambiente, pero un nuevo estudio publicado en la revista Science, reveló cómo, a la inversa, los ambientes urbanos están alterando la forma en que la vida evoluciona, un fenómeno que está ocurriendo en todo el mundo.
Científicos de la Universidad de Toronto Mississauga (Canadá) analizaron datos reunidos por 287 científicos (hombres y mujeres en partes iguales) en 160 ciudades de 26 países. Los investigadores hallaron la evidencia más clara hasta ahora de que las ciudades están modelando la evolución de la vida a nivel global.
El equipo internacional de investigadores, que incluye a la Dra. Maureen Murúa del Centro Genómica, Ecología y Medioambiente – GEMA U. Mayor, forma parte del Global Urban Evolution Project (GLUE). A través de esta iniciativa los científicos tomaron muestras usando el mismo protocolo estándar para estudiar la evolución en la producción de hidrógeno de cianuro en el trébol blanco (Trifolium repens).
El trébol blanco es una planta originaria de Europa, presente en prácticamente todas las ciudades del planeta, que produce hidrógeno de cianuro como un mecanismo de defensa contra la herbivoria y para aumentar su tolerancia al estrés hídrico.
La Dra. Murúa cuenta que el trabajo consistió en recolectar “diferentes individuos de trébol en un gradiente de urbanización, es decir, desde el centro de la ciudad hasta las zonas rurales”. Las muestras fueron tomadas “cada cierta distancia de acuerdo con el protocolo y una vez en el laboratorio reservamos unas hojas para análisis molecular (las que fueron enviadas al equipo líder del proyecto) y otras se sometieron a una prueba colorimétrica para detectar la presencia de hidrógeno de cianuro”, detalla.
Mejores espacios urbanos
Las ciudades de muestreo en Chile fueron Santiago, Talca, Rancagua, Concepción, Temuco y Punta Arenas, donde al igual que en Toronto, Manchester, Tokio, Teherán y las demás ciudades en el estudio, los resultados encontrados mostraron la misma tendencia: la mayoría del trébol blanco que crece en las ciudades produce menos hidrógeno de cianuro que las especies de las áreas rurales.
La Dra. Maureen Murúa explicó que la menor producción de hidrógeno de cianuro en el trébol blanco de la ciudad estaría “relacionado a la variación en las condiciones ambientales tales como tolerancia a la desecación y cobertura vegetal”.
La investigadora lleva aproximadamente 10 años estudiando los efectos de diferentes factores ambientales, incluyendo la actividad humana, sobre la ecología y evolución de las plantas con flor y este proyecto refuerza sus observaciones a una mayor escala.
En sus indagaciones sobre las presiones de selección que actúan sobre diferentes especies de plantas a lo largo de Chile, dice la Dra. Murúa, ha logrado evidenciar “cómo la fragmentación del hábitat, la herbívora, entre otros factores, pueden afectar las características de las plantas y con ello su éxito reproductivo. Sin embargo, a la fecha no había tenido la oportunidad de observar estos patrones a escala global y ver de qué manera el impacto del ser humano puede conducir la evolución de las especies”.
La información aportada por el proyecto GLUE podrá ser usada “para el desarrollo de herramientas que favorezcan la conservación de especies, el control de enfermedades y plagas y, por supuesto, contribuir a mejorar la comprensión de procesos eco-evolutivos en zonas urbanas”, destacó la investigadora.
Dicha contribución es de especial relevancia para Chile, concluyó la Dra. Murúa, donde “aún tenemos la costumbre de encementarlo todo y mantener una baja diversidad de especies en plazas o parques. Este estudio nos otorga evidencias para discutir con las autoridades acerca de las mejores estrategias a seguir al momento de intervenir y mejorar nuestros espacios urbanos.”