"Redistribución (4)", por PhD Claudia Sanhueza
Columna de opinión publicada por La Tercera el 20 de agosto de 2018.
Como es sabido, los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia) tienen los más altos niveles de igualdad en la distribución de sus ingresos. Como hemos dicho, ese éxito se debe en parte al poder redistributivo que tienen sus sistemas tributarios progresivos y las transferencias monetarias de seguridad social. Sin embargo, el tema no descansa ahí. El mayor éxito de dichos países es que antes de impuesto y transferencias también tienen los más igualitarios indicadores distributivos.
Esto quiere decir que lo que se llevan los trabajadores es también más en relación a las rentas de los empresarios. Una forma de calcular esto es a través de lo que se conoce como la “distribución funcional del ingreso”, a partir de los datos de cuentas nacionales. Del total de los ingresos que se generan en el país, cuánto es salarios y cuánto es rentas de capital. En dichos países, los trabajadores obtienen entre el 60% y 70% del ingreso; mientras que en Chile es menos del 40%. ¿Cómo? Los estudios indican que lo más distintivo de estos países son sus políticas de negociación colectiva, que han logrado más empleo, mejores salarios y más productividad (Barth, Moene y Willumsen, 2015).
Las tasas de sindicalización de estos países superan el 90%, con sindicatos que negocian en diferentes etapas (empresa, rama y nacional), con una alta cobertura de la negociación colectiva. El mecanismo se conoce como la “Coordinación o Solidaridad Escandinava”. Esta coordinación altera la influencia de los diferentes grupos en la fijación de los salarios hacia los grupos con salarios más bajos, comprimiendo la distribución de ingresos. Cuando los salarios se determinan a nivel de la empresa, los sindicatos comprimen la distribución de los salarios dentro de la empresa; cuando los salarios se fijan a nivel industrial, los sindicatos comprimen la distribución de los salarios entre las empresas dentro de la industria; cuando los salarios se fijan a nivel nacional, los sindicatos comprimen la distribución de los salarios entre empresas, industrias y ocupaciones en todo el país.
Adicionalmente, la compresión salarial impulsa las inversiones más productivas (en relación a las menos productivas), aumentando la productividad promedio y el salario promedio para un nivel de empleo constante. Estas inversiones aumentan la demanda de trabajo y el nivel de los salarios de equilibrio aumenta. A medida que se crean más puestos de trabajo, los trabajadores se concentran en empresas de alta productividad. Sorprendentemente, quizás, el salario promedio aumente con una mayor restricción salarial, al mismo tiempo que disminuyen los costos salariales previstos para cada proyecto de inversión (Barth, Moene y Willumsen, 2015).
En definitiva, las políticas de negociación salarial en los países escandinavos han promovido mejores salarios y al mismo tiempo han mejorado la productividad de su economía.
Claudia Sanhueza, PhD en Economía de la U. de Cambridge
Directora del Centro de Investigación Interdisciplinaria en Estudios Socioeconómicos de la U. Mayor