Opinión// Paridad constituyente
Columna de opinión publicada por La Tercera el 23 de diciembre de 2019
Se está legislando estos días sobre mecanismos de corrección por género en el próximo proceso de elección de la convención constituyente. El primero, de entrada, es que las listas sean encabezadas por una mujer y que la lista sea “cebra” (hombre-mujer intercalados). Lo segundo, de salida, es que una vez realizadas las elecciones se elija como representantes de las listas a los hombres más votados y las mujeres más votadas. Esto último se podría entender como que, condicional en el mismo proyecto político, hombres estarán compitiendo con hombres y mujeres con mujeres.
Los mecanismos afirmativos se han usado en varios países con el objetivo de que las instituciones políticas representen de mejor manera los diversos grupos de la población. Es más, los sistemas de elecciones ya usan correcciones a los sistemas proporcionales “puros”. Por ejemplo, en Chile, el sistema de elecciones de la Cámara de Diputados corrige para que las regiones estén bien representadas. Nadie cree que esto sea “meterle la mano a la urna” (Sen. Juan A. Coloma), sino simplemente que somos un país con múltiples territorios que deben estar representados en el Congreso.
En el caso de los mecanismos que corrigen por género, estos han sido aplicados porque las mujeres, por razones históricas, han estado fuera de este espacio de decisión. Lo mismo pasa en otros ámbitos de toma de decisiones estratégicas y en la academia. El problema con esa ausencia es que hay evidencia científica de que las decisiones que se toman y el conocimiento que se genera dependen de la diversidad de los grupos. En el caso de género, hay evidencia de que estos mecanismos no solo pueden mejorar la representación de las mujeres en la política de manera permanente, sino que tienen impacto en las políticas públicas que se diseñan (“Improving women’s representation in politics through gender quotas”. J-PAL Policy Insights. 2018). Así, aumenta la inversión en políticas vinculadas a las preocupaciones de las mujeres, las cuales difieren de los hombres. Por ejemplo, en uno de los estudios se indica que a las mujeres les interesaba más mejorar las instalaciones para tener agua potable y a los hombres más el estado de las carreteras. Adicionalmente, esto llevó a mejores resultados de desarrollo humano, como una mayor capacidad de respuesta de la policía a los crímenes contra las mujeres y mejoras en la nutrición y educación de niños(as).
La Constitución contiene los valores y principios, derechos y deberes e instituciones fundamentales sobre los cuales se construye el resto de las políticas públicas del país, por lo tanto, es imprescindible que se diseñe en un espacio diverso. Si no hay paridad constituyente, la nueva Constitución nacerá sesgada y probablemente durará poco.
Claudia Sanhueza, PhD en Economía de la U. de Cambridge
Directora del Centro de Economía y Políticas Sociales (CEAS) de la U. Mayor