Opinión// Debate por la jornada laboral de 40 horas
Columna de opinión publicada por La Tercera el 5 de agosto de 2019
El 24 de julio se aprobó en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados la idea de legislar del proyecto que modifica el Código del Trabajo para reducir la jornada laboral máxima de 45 a 40 horas. Aunque no es inusual que sectores más conservadores se opongan a esta medida tanto en Chile como en otros países, veremos que hay buenas razones para evaluar positivamente esta medida.
La tendencia histórica muestra que desde el siglo XIX las horas de trabajo han disminuido abruptamente (ver visualización del estudio de Huberman & Minns, 2007 en Our World in Data). Los trabajadores a tiempo completo en los países del estudio trabajan 20 o incluso 30 horas menos cada semana que en el siglo XIX.
Por otra parte, Chile está por sobre la media de países de similar PIB per cápita en sus horas de trabajo promedio anual por persona empleada (Feenstra et al, 2015). Adicionalmente, hay algunos estudios relativamente recientes que han evaluado los efectos de estas reducciones. Raposo & Van Ours (2008) para Portugal, en 1996, en una reducción de 44 a 40 horas no encontraron efectos negativos en remuneraciones ni empleo de los trabajadores afectados. Kawaguchi et.al. (2008) para Japón 1987-1997, en una reducción de 48 a 40 horas, encontraron que reduce las horas reales trabajadas, pero no reduce las remuneraciones efectivas. Sánchez (2013) para Chile, al rebajar de 48 a 45 horas, encuentra que no hay efectos negativos en empleo y aumenta el salario por hora. Askenazy (2008) en Francia 1997-2007, por una reducción a 35 horas semanales, señala que la investigación preliminar sobre este tema sugiere que estas leyes no produjeron un milagro (que los defensores esperaban) ni un apocalipsis (como advirtieron sus enemigos), al menos a corto plazo. Un caso interesante es un proyecto piloto en Suecia en 2015-17 que redujo la jornada a 30 horas semanales en una residencia pública de ancianos de Svartedalen. Se mostraba una reducción del estrés del personal y por lo tanto del gasto público en salud y seguro de desempleo. De hecho, se señala en la literatura que efectos de estos cambios en salud, contaminación del aire y brechas de género en la distribución del trabajo no remunerado al interior del hogar deberían ser también explorados.
Finalmente, hay quienes ven en la reducción de la jornada laboral una “propuesta radical y pragmática” para enfrentar las tendencias futuras en el mercado laboral como la automatización (centro de investigación Autonomy UK). El think-tank “Social Market Foundation” (grupo de expertos no partidista que cree que los mercados justos) ha elaborado una propuesta de cuatro días de trabajo a la semana.
En definitiva, todo esto nos indica que la propuesta de reducir la jornada máximo laboral puede ser no solo pertinente, dado nuestro nivel de desarrollo, sino que eventualmente puede ser muy positiva para enfrentar ciertos desafíos futuros.
Claudia Sanhueza, PhD en Economía de la U. de Cambridge
Directora del Centro de Economía y Políticas Sociales (CEAS) de la U. Mayor