ME-O: el negociador inesperado
Columna publicada por El mostrador el lunes 30 de octubre de 2017.
Vamos a partir del supuesto de que la encuesta CEP representa la realidad, pese a que la diferencia, en varios de sus resultados, es significativa con otros sondeos que circulan en el país. Según el Centro de Estudios Públicos, José Antonio Kast tiene menos de la mitad de preferencias en comparación con la última Cadem, y Carolina Goic corre la misma suerte. Por su parte, Beatriz Sánchez obtiene 8,5%, versus el 14% que tiene en el sondeo semanal Plaza Pública. De seguro, el momento en que se desarrolló el trabajo de campo y las metodologías empleadas pueden explicar en parte estas diferencias, no obstante, llama la atención un dato que cuesta comprender a pocas semanas de la elección del 19 de noviembre: del total de personas decididas a votar ese día –aproximadamente el 43% de quienes están en condición de hacerlo–, un 15,6% está indeciso, no sabe o no responde. Curioso que hayan pasado el filtro de voto probable.
Pero lo más sorprendente de esta encuesta –esperada como si fueran las Tablas de la Ley– es que Marco Enríquez-Ominami pasó a ocupar la tercera posición entre los candidatos ex Concertación o ex Nueva Mayoría o como quiera que se les clasifique, con apenas un 4.7% –que tampoco es como para destapar champaña–, desplazando a la representante del otrora partido más grande de Chile, Carolina Goic. Un dato clave, considerando que ME-O aprovechará este minuto de fama para negociar el espacio que perdió en la centroizquierda desde que evitó apoyar a Eduardo Frei Ruiz-Tagle en la segunda vuelta contra Piñera, en enero de 2010.
Lo cierto es que el ex diputado y cineasta volvió a la escena política luego de un largo silencio asociado a los procesos judiciales que enfrenta, los cuales aún están abiertos y pueden complicar la situación del presidenciable en cualquier momento. De hecho, el anunció de su tercera postulación a La Moneda se interpretó como una estrategia para acusar persecución personal y poder después victimizarse en caso de ser formalizado nuevamente. Pero lo que sí era claro, en ese momento, es que este ME-O 3.0 no representaría ninguna novedad y que estaría lejos del 20% que obtuvo en 2009 y del 10.98% en 2013.
Pese a que en septiembre de 2016 comunicó al país que volvería a postular, su verdadera campaña partió recién hace poco más de un mes. Hasta el episodio de 'Tolerancia Cero', Enríquez-Ominami prácticamente no marcaba en las encuestas y cumplía un rol completamente secundario en la carrera presidencial. De ahí en adelante, empezamos a ver cómo ME-O creó y desplegó un personaje que aprovecha bien los espacios en los medios y debates, instala la cuña precisa, enciende la chispa para la polémica y se vale de la figura de Karen Doggenweiler de una manera inteligente, mal que mal, su señora es rostro de televisión y muchas personas caen rendidas frente al saludo de ella, incluso más que al del propio candidato. Aunque parezca una paradoja, ME-O ha sido novedoso en esta campaña, no por sus propuestas, sino por la forma de administrar una correcta puesta en escena.
Marco Enríquez fue capaz de darse cuenta de que el quiebre en la Nueva Mayoría y la falta de entendimiento entre Guillier y Goic eran una oportunidad para él. Y partió por defender el legado de Michelle Bachelet, de una manera que incluso debe haber molestado a la Presidenta, considerando los ataques y la virulencia que tuvo con ella en los tres años previos. Luego instaló la tesis de que el enemigo estaba “al frente” –Sebastián Piñera– y no al lado, por lo que era necesario lograr un acuerdo para apoyarse mutuamente en segunda vuelta. Fue el primero en decirlo y también quien le pondría una presión tan intensa a Alejandro Guillier, que al abanderado de Fuerza de Mayoría no le quedó otra que terminar señalando, hace unos días, que sí apoyaría a ME-O, Goic, Sánchez o Navarro en una segunda vuelta, excluyendo solo a Artés.
Es decir, el ex socialista logró que el candidato con más posibilidades de competir con Piñera el 17 de diciembre explicitara esa voluntad. De paso, le puso una presión enorme a la DC, desde donde han intentado por todos los medios eludir una definición de apoyos cruzados. Creo que los resultados de la encuesta CEP deben haber dejado desmoralizados a sus militantes y muy preocupados a los candidatos al Parlamento. Es probable que las presiones por explicitar un eventual respaldo a Guillier antes del 19 de noviembre vayan en aumento en la falange, ya que, en un escenario de resultados catastróficos, la negociación va a subir de precio a partir del 20.
Volviendo a la estrategia de ME-O, es evidente que todos sus últimos movimientos, señales y gestos apuntan a construir puentes que le permitan integrarse al Gobierno, en un eventual triunfo de Guillier, o a sentarse a la mesa de reconstrucción de la centroizquierda en el escenario más probable: que Piñera gane. Este giro “bacheletista”, su presencia en un acto de campaña del PS Osvaldo Andrade y los ataques directos a Piñera, son parte de la búsqueda de un posicionamiento que le permita ir construyendo desde ya una plataforma para competir en 2021, por cuarta vez, a la Presidencia. Una obsesión que parece no poder sacarse de la cabeza. Bueno, siempre que la justicia no diga otra cosa y termine en la misma situación de varios políticos que se creyeron intocables en su momento.
Un apunte final. Dije que partía del supuesto de que la encuesta CEP representaba la realidad para hacer este análisis. Vamos a ver qué nivel de pronóstico tiene este sondeo y los otros que hemos estado conociendo en estos meses, como Cadem, Adimark y Cerc.
Hasta ahora, las diferencias entre dichas encuestas son muy significativas, incluso algunas contradictorias. Agreguemos que las fallas para acertar en los resultados son un fenómeno mundial, especialmente por el alto porcentaje de abstención con o sin voto voluntario. De más está decir que Chile está entre los tres países en que menos gente vota desde que se aprobó en el Parlamento la libertad de sufragar.
Entonces, la verdadera encuesta será la que los chilenos realicen el 19 de noviembre y luego el 17 de diciembre –todas estas encuestas proyectan balotaje– y el dato clave será cuántos electores concurran a las urnas, pues eso puede ser decisivo para definir quién triunfará. En 2013 lo hizo un 49% en primera vuelta y un 42% en segunda. En las municipales de 2016, apenas votó un 34,7%. Según la CEP, podría sufragar un 44% de ciudadanos, con un triunfo en segunda vuelta de Piñera de 39,4% ante 27,2% de Guillier. Cadem, por su parte, estima en 49% los electores –según voto probable– y, en ese caso, Piñera derrotaba por 49% ante 42% a Guillier hace una semana y hoy sería 48% frente a 40%. Por lo visto, tenemos encuestas para todos los gustos, intereses e interpretaciones.