Hacerse la América

Columna publicada por El Líbero el lunes 18 de junio de 2018.

Hace cerca de 100 años atrás, se produce una gran oleada de inmigrantes provenientes de Europa hacia América, arribando en el puerto en Nueva York, como también en Buenos Aires. Todos ellos buscando “Hacerse la América”, es decir buscando riqueza y seguridad que ya no tenían posibilidad de obtener en Europa. Es interesante entonces, analizar lo que ocurrió finalmente y surgen numerosas historias de inmigrantes que llegaron a Chile sin dinero, sin contactos, sin hablar el idioma y que al cabo de 3 o 4 generaciones están incluidos entre las familias de mayor fortuna.

De igual manera, dicha movilidad social es necesario analizarla al interior de cada país y poder obtener conclusiones relevantes de política pública. Esto hace válido el estudio de la OECD donde se calcula cuantas generaciones son necesarias para que una familia que se encuentra entre los más pobres puedan llegar, sus descendientes, a la clase media. En el promedio de la OECD son necesarias 4,5 generaciones para lograrlo, siendo Dinamarca el más destacado con sólo 2 generaciones, mientras que en el otro extremo está Colombia donde se requieren 11 generaciones para lograr llegar a la clase media. En Chile, según el estudio, son requeridas 6 generaciones al igual que Francia, Alemania y Argentina.

Uno de los factores destacados para progresar es la educación, y al respecto el estudio concluye que el 40% de los niños que tuvieron padres con baja escolaridad solo llegan a cursar la enseñanza media, y que  solo el 10% de esos niños llega a educación superior. En cambio, el 30% de los niños que tiene padres con mayor educación logran acceder a un grado universitario. La encuesta Casen 2015, por su parte, nos muestra que si una persona llega a cuarto medio obtendrá un salario promedio de $347 mil mensuales, mientras que si logra tener educación superior dicho sueldo será de $1,5 millones aproximadamente. Es decir, la recompensa por lograr estudiar implica multiplicar por 4 el salario y de allí la sustancial demanda por educación superior que hemos observado en las últimas décadas.

La ampliación de la cobertura en la educación superior en Chile está generando un cambio estructural en esta materia, y ya el Presidente Frei lo señalaba a fines de la década pasado, indicando que el 70% de los jóvenes que estaban en la educación superior eran primera generación de su familia que lograba llegar a dicho nivel. Esto hace que probablemente la siguiente vez que este índice sea medido deberíamos observar una reducción del tiempo requerido en nuestro país.

Ahora bien, las evaluación docente realizada en 2015 nos mostró que el 18,1% de los profesores evaluados tuvieron un desempeño básico o insuficiente, siendo probable que la mayor parte de los se concentren en colegios donde asisten niños pobres. Es más, como consecuencia del proceso de evaluación y posterior seguimiento se determinó a partir de los resultados 2015, deben abandonar la dotación por desempeño 172 docentes, un 1,24% de la cohorte evaluada. Esto nos indica que en la medida que los malos profesores se concentren en colegios donde van niños pobres estamos reduciendo sustancialmente la posibilidad de que ellos, los niños, puedan ascender a través del acceso a la educación superior. 

De esta manera, aunque exista gratuidad o un buen sistema de becas en la educación superior, los más pobres no alcanzan llegar a ella, simplemente por la mala calidad de la educación básica y media. Al respecto basta señalar que en la prueba de matemáticas por cada seis respuestas correctas de un alumno de colegio particular, hay sólo una de un estudiante de establecimiento municipal.

Todos queremos “Hacernos la América”, lo que debe concentrarnos en aquellos que se están quedando atrás, de manera tal que la deseada movilidad social sea una realidad.