Medio ambiente// Ser sustentable es más fácil de lo que crees: experta entrega guía para una rutina “eco-amigable”
Reutilizar las aguas grises, generar compostaje, convertir el aceite de cocina en biodiesel y preferir la ropa de producción local, son algunas de las alternativas que entrega la directora de la Escuela de Ingeniería en Medio Ambiente y Sustentabilidad de la U. Mayor, Claudia Santibáñez.
Se podría decir que la irrupción de la activista Greta Thunberg marcó un antes y un después en la concientización de las personas respecto de los problemas medioambientales. Eso, sumado a los efectos cada vez más palpables del calentamiento global, ha llevado a la población a tener mayor interés por realizar acciones sustentables o “eco-amigables”.
En ese contexto, la directora de la Escuela de Ingeniería en Medio Ambiente y Sustentabilidad de la U. Mayor, Claudia Santibáñez, describe aquí una serie de alternativas a las que podemos recurrir para contribuir al ahorro de agua y energía y la reutilización de materiales. En concreto, acciones que permiten ejercer este cambio de actitud que el planeta nos pide a gritos.
Claves para “principiantes”
En primer lugar, la directora Santibáñez enfatiza que existen acciones muy sencillas que se pueden llevar a cabo en casa y que pueden resultar un buen inicio para aquellos que quieren comenzar a adoptar una rutina sustentable. Entre estas acciones destaca:
- Separar la basura recurriendo a puntos limpios.
- Cambiar los productos desechables por productos reutilizables, como servilletas de tela, eco-pañales y botellas retornables.
- Apagar las luces y no dejar aparatos enchufados durante la noche.
- Consumir frutas y verduras de la estación, lo que garantiza que los productos no tengan que ser transportados grandes distancias, generando contaminación por gases de efecto invernadero.
- Cerrar las llaves correctamente y controlar que no existan fugas de agua.
- Utilizar el transporte público.
- Para el jardín preferir plantas xerófitas (que requieren muy poca agua) y evitar sembrar o plantar pasto.
- Aprovechar al máximo la luz natural.
- Usar aireadores en duchas, lavamanos y lavaplatos, pues permiten mantener la presión del agua, pero consumiendo hasta un 70% menos de este recurso.
Reutilización del agua gris
Aquellos que estén más “avanzados”, en tanto, pueden practicar la reutilización del agua gris, que es aquella que se genera en la ducha, el lavamanos, el lavaplatos y la lavadora, y que se puede usar para regar, llenar el estanque del WC o trapear el piso.
De todas formas, Santibáñez dice que no hay que confundir el agua gris con el agua negra, pues esta última es todo lo que se va en el WC.
Así, estas son algunas maneras sugeridas por la directora para reutilizar el agua gris:
- Poner un balde bajo el chorro de la ducha mientras se espera que el agua se caliente.
- Quitar el sifón del lavamanos y capturar el agua que sale debajo de este con un balde.
- Utilizar jabones o detergentes orgánicos.
- Para reutilizar el agua de la ducha se requiere instalar una válvula de tres salidas para que el agua del drenaje pueda ser enviada a un sistema de aguas grises o directamente a la tubería de aguas residuales.
- Para reutilizar el agua de la lavadora automática, se recomienda que el detergente sea biodegradable. Lo más fácil es remover la manguera de desagüe de la lavadora, e incluso se puede instalar un sistema de riego que se aproveche esta agua.
El compost: una opción cada vez más utilizada
Por otro lado, en los últimos años se ha ido popularizando el compost, que es el producto estabilizado que obtenemos al realizar la descomposición aeróbica (en presencia de oxígeno) de los residuos orgánicos que se generan en el hogar (restos de frutas, verduras o podas del jardín).
“Este proceso es llevado a cabo por microorganismos que degradan los residuos transformándolos en un material rico en materia orgánica y nutrientes, por lo que constituye un excelente abono”, señala Santibáñez.
Para obtener compost, la directora enfatiza que no deben utilizarse residuos inorgánicos (plásticos, aluminio, etc.), así como tampoco residuos que generen malos olores (carne, huevo, pescado, excrementos) o restos de poda del jardín que contengan productos químicos.
Cabe mencionar que el material en descomposición debe permanecer dentro de la compostera por al menos 12 meses antes de ser utilizado como abono, para asegurar que se encuentre lo suficientemente estabilizado.
¿Qué hacer con los lavalozas, detergentes y aceites?
Ya nos enteramos que las aguas grises pueden tener un segundo uso. Sin embargo, ¿qué podemos hacer con el agua de lavado que contiene restos de lavalozas y detergentes?
Si bien estos productos contienen ciertas sustancias que podrían ser perjudiciales para el suelo en el largo plazo, la directora Santibáñez indica que pueden constituir un aporte significativo para el riego de nuestros jardines, ya que contienen cantidades importantes de nutrientes como fósforo.
No obstante, la profesional hace hincapié en que es recomendable preferir detergentes y lavalozas biodegradables y no regar exclusivamente con aguas de lavado, sino que ir alternando con agua pura, para permitir un “lavado del suelo”.
Mientras, los aceites usados se pueden transformar en biodiésel, un combustible ecológico alternativo al diésel de petróleo. En la actualidad, existen ciertos puntos limpios que reciben aceites usados para transformarlo en este combustible limpio.
Ropa ecotextil
Santibáñez asegura que la industria textil es una de las más contaminantes del planeta. Es más, la mayor parte de las prendas de vestir están compuestas en distintas proporciones de fibras de plástico, lo que hace que en cada lavado se desprendan partículas conocidas como “microplástico”, las cuales terminan contaminando ríos, lagos y océanos. Asimismo, durante la producción de la ropa se generan múltiples contaminantes.
Por ello, y aunque no es tarea fácil, es fundamental optar por vestuario sustentable. Este se caracteriza por cumplir con todas o algunas de las siguientes características:
Hecha de materiales amigables con el medioambiente (fibras, tejidos y colorantes naturales).
Fabricada para durar (ropa cuyo fin es ser usada hasta que se rompa, no hasta que “pase de moda”).
Mayor calidad (prendas resistentes al uso y al paso del tiempo).
Producción local (para evitar las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al transporte de grandes distancias de las prendas).
Mayores precios (la ropa sustentable tiene costos de producción más elevados; sin embargo, lo que se pierde en cantidad se gana en calidad, y claro, aprovechamos de cuidar el medio ambiente).