Académicos alertan que la segregación urbana en Santiago está afectando la cohesión social
Quentin Ramond, investigador del Centro CEAS U. Mayor, realizó un estudio sobre cómo las percepciones subjetivas de la reputación de un barrio afectan el sentido de comunidad, destacando la necesidad de abordar la segregación urbana para fomentar la cohesión social. Los resultados fueron publicados en la revista Urban Studies.
En 2018, vecinos de la Rotonda Atenas reclamaron con protestas y cacerolazos en contra de la decisión del municipio de Las Condes de levantar en su barrio un edificio de 15 pisos para personas de la misma comuna con menores ingresos.
Aquellos en contra de la construcción “veían la llegada de quienes postulan a subsidios habitacionales como un problema para la reputación del barrio. Pensaban que podría bajar el estándar socioeconómico y podría afectar negativamente la reputación y la cohesión del barrio”, explica Quentin Ramond, académico del Centro de Economía y Políticas Sociales (CEAS) de la U. Mayor.
Para el doctor en Sociología, situaciones como la vividas en Las Condes ilustran de qué manera las personas son conscientes de que la reputación de su barrio les permite mantener cierto nivel de convivencia positiva.
En su último trabajo publicado en la revista Urban Studies, el Dr. Ramond presenta los resultados de un análisis sobre las reputaciones residenciales percibidas y mide sus efectos en el apego de las personas al barrio. En otras palabras, el estudio responde: ¿en qué medida afecta nuestro apego al barrio en que vivimos lo que otros residentes de la ciudad piensen de él?
Los hallazgos de este trabajo ayudan a entender “que las reputaciones de un barrio vienen de causas más estructurales, que son la desigualdad socioeconómica y la segregación que existe en nuestro país”.
“Las personas se vuelven conscientes de esta ciudad desigual en la cual viven y eso tiene efectos significativos sobre la manera en la que se relacionan con su barrio y con sus vecinos”, afirma el Dr. Ramond.
Formas de cohesión en barrios estigmatizados y prestigiosos
El equipo, liderado por Gabriel Otero de la Universidad Central, examinó distintas dimensiones del apego al barrio en los habitantes de Santiago y observó las complejidades de sus experiencias cuando se enfrentan a temas de reputación, tanto negativa (estigma) como positiva (prestigio).
Mediante el análisis de datos longitudinales, los investigadores encontraron que aquello que los demás piensan sobre el barrio afecta de manera diferenciada las distintas dimensiones del apego al barrio de sus residentes. Sin embargo, la tendencia general es que el estigma daña a las comunidades, mientras que el prestigio residencial refuerza el apego al barrio.
“Vimos que las reputaciones afectan fuertemente las dimensiones más emocionales de la cohesión, es decir, el apego al barrio, estas son el sentido de identificación, sentirse parte de un barrio, que lo puede reivindicar y quiere quedarse en él, el arraigo, la sociabilidad más cotidiana con el vecino o vecina del almacén, por ejemplo”.
“Sin embargo, otros aspectos de la cohesión barrial y en particular lo que llamamos los vínculos fuertes, es decir, tener amigos, la relación con los familiares y la participación en organizaciones vecinales, no se ven tan afectados por la reputación”, detalla el Dr. Ramond.
Para el académico, la asimetría del efecto que tiene el fenómeno, donde unas dimensiones del apego al barrio se ven más afectadas que otras, muestra que el estigma no deteriora los lazos barriales, lo cual quiere decir que las personas que viven en estos barrios “pueden mantener sus vínculos más afectuosos, y además involucrarse en acciones colectivas, es decir, juntas de vecinos, organizaciones locales, que podría ser justamente un comportamiento cívico político que permita reducir este estigma”, argumenta.
Así, el estudio expone que además de las características individuales y las condiciones específicas de un área, la reputación residencial percibida, es también relevante para explicar las diferencias de apego al barrio.
El académico concluye que la clave para abordar el fenómeno es “atacar la segregación muy fuerte que hay en las grandes ciudades chilenas y en particular en Santiago, que genera tanta desigualdad en términos de convivencia y conflictos a nivel de barrio”.