Piñera puntero: ¿volvimos a ser un país ultraconservador y de derecha?
Columna publicada por El Mostrador el lunes 4 de septiembre de 2017.
La encuesta CEP ha confirmado la tendencia de estos últimos meses: Sebastián Piñera lidera la carrera presidencial con cierta holgura. También, el sondeo deja en evidencia que existirá una segunda vuelta, pese al exitismo manifestado por el propio candidato -en forma pública– hasta hace unos días.
Otros datos interesantes de la encuesta es que estima a los posibles votantes entre un 36 y 40% –levemente superior al 34.7% en las municipales 2016– y que, sumados los candidatos de la centroizquierda o “progresismo”, las cifras dan prácticamente un empate con la derecha. Sin embargo, hay un hecho cierto: la percepción de triunfo de Piñera es muy alta. En otras palabras, las personas están convencidas –independientemente del sector en que se ubiquen– de que el ex Mandatario va a ganar las elecciones.
Pero, más allá de los números, lo de fondo es entender este vuelco de la sociedad en tan poco tiempo. ¿Estamos frente a un giro a la derecha y ultraconservador de los chilenos? Una lectura superficial pareciera indicar que esto es efectivo. Si tomamos como referencia los temas de la denominada agenda valórica –que han dominado la discusión pública en el último mes– y observamos las posturas manifestadas por Sebastián Piñera, la conclusión obvia sería que el electorado chileno cambió. De lo contrario, el candidato de la derecha no asumiría ese relato si no tuviera la certeza que esos ciudadanos van a estar de acuerdo con él y, por tanto, mantendrán su preferencia a la hora de concurrir a las urnas.
Repasemos cuáles han sido estos issues. En primer lugar, Piñera manifestó su rechazo al fallo del Tribunal Constitucional en las tres causales de despenalización del aborto. Su reacción no fue inmediata, sin embargo, y luego que José Antonio Kast señalara que, en caso de salir electo barrería con este proyecto, el ex Mandatario expresó que “el aborto terapéutico es un engaño y voy a cambiar la ley”. De más está decir que este fue un proyecto aprobado en el Congreso después de una larga discusión que involucró a toda la sociedad y que 7 de cada 10 chilenos señala estar de acuerdo con la iniciativa.
Respecto de la decisión del Gobierno de presentar un proyecto de Matrimonio Igualitario, el ex Presidente fue más allá de expresar su rechazo, realizando declaraciones que deben haber sido recibidas con molestia por un número importante de personas, argumentando que el fin de la institución era la procreación. Incluso llegó a decir “matries el vientre de la mujer y significa en consecuencia que está íntimamente ligado con la fertilidad, fecundidad y la vida”. Un discurso que pareció más bien una prédica de un obispo, sin embargo, esta posición del ex Mandatario deja en evidencia la falta de empatía y conocimiento de una sociedad en que hay un muy alto porcentaje de familias que no corresponden al patrón cultural de los años 60 o del peso que ejercía la Iglesia católica hace varias décadas. Solo a modo de ejemplo, ¿en qué categoría clasifican para Piñera las cientos de miles de parejas que se vuelven a casar y que no tienen hijos?
Sumemos que, en materia política, el ex Presidente ha planteado, en este último mes, que no es partidario de cerrar Punta Peuco, pese a que él mismo en 2013 cerró el penal Cordillera, ganándose el repudio y críticas de los sectores más de derecha de su Gobierno
Vuelvo a la pregunta acerca de si la sociedad chilena se está volviendo más conservadora y de derecha. Yo creo que no. Lo que sí sucede es que estamos frente al fuerte peso que tiene la situación económica del país y las malas cifras que han acompañado al Gobierno durante el último año, sumado esto a la percepción que quedó de algunas de las reformas impulsadas por la Presidenta Bachelet. Muchos posibles electores de Piñera ven en la figura del ex Jefe de Estado la esperanza de un repunte del empleo y nuevos proyectos –incluyendo a muchas personas que fueron cercanas a la Nueva Mayoría–, pero dudo que compartan el discurso político-valórico de Piñera.
¿Cuál es entonces la explicación de este giro en el relato de Sebastián Piñera? Indudablemente el fuerte peso que tiene la UDI en su campaña, y en particular de Van Rysselberghe –esta semana la senadora declaró que había aprendido a querer al empresario–. Esta es la agenda valórica de un partido que teme que José Antonio Kast sintonice mejor con el militante histórico, conservador y fiel a la derecha más tradicional, los nostálgicos de Pinochet. De lo contrario, cuesta entender que los militantes de Evópoli, Amplitud, Lily Pérez o un importante porcentaje de RN, compartan la agenda valórica de Piñera.