Opinión// Notificaciones del futuro
Columna de opinión publicada por Blogs de El Mercurio el 13 de noviembre de 2018.
Siguiendo con la inquietud del editorial del 28 de octubre de "El Mercurio" ("Ciencia, tecnología e información"), hay que destacar que nunca como ahora el futuro había determinado tantos desajustes y cambios en el presente -del que devenía-, ni entregado tantas luces sobre su hoja de ruta. Generalmente, los cambios de un presente histórico los iluminaba casi exclusivamente la reflexión sobre su pasado. Podíamos entender, por ejemplo, cómo se fue llegando a la penicilina, que, sin duda, marcó un antes y un después para la sobrevivencia humana, pero no llegó a precisarnos el camino del futuro, porque era esencialmente un resultado y no un modo nuevo del entero actuar humano. La Revolución Industrial permitió prever algunos cambios en el nivel productivo, pero no cambió todo lo demás.
Ahora, el futuro ya incide en nuestro modo de ser y de hacer alterando consistente y visiblemente el presente. El futuro está marcando sus huellas y determinando perentoriamente a sus protagonistas dominantes: la inteligencia artificial y la robótica, integradas con la biotecnología, incluyendo la genética y los implantes de todo tipo (incluidos los de memoria) abriendo paso a los que muchos llaman poshumanos, crecientemente longevos que, en su mucha más larga y potenciada vida, tendrán nuevas aspiraciones en todos los planos, incluido el existencial.
Las huellas aludidas son potentes: hasta debemos probar a menudo que no somos un robot frente a diversos trámites on line: O sea, ¡los robots ya abundan!
Todo lo anterior merece urgentes reflexiones humanistas, de la sociedad civil y de sus gobiernos, para protegernos o apoyarnos, pues los agentes del futuro en acción nos confunden llenándonos de información verdadera o falsa, comunicándonos en múltiples redes que borran horarios y distancias y que ocultan rostros evadiendo responsabilidades o, también, interviniendo en mercados laborales eliminando inevitablemente puestos de trabajo o creando conflictos en inéditas competencias, como la de los taxis amarillos con los Uber y semejantes. Más aun, imbricada en la web, crece como pulpo la macrodata, fruto de la inteligencia artificial y la robótica, generando trascendentes cambios en la concepción de los negocios y en la conducción de masas. Sin esta sería dificilísimo seguirnos y clasificarnos para todo tipo de oferta (incluso política) mediante nuestro celular o a través del catastro de nuestras operaciones en la web. Muchas veces se nos pregunta si queremos compartir nuestra ubicación, o se nos solicitan particularidades personales. ¿Consideramos al responder apurados cuánta información personal entregamos al invisible sistema que empieza a interferir con nuestros gustos y necesidades arreándonos grupalmente? Harari, en sus "21 Lecciones para el Siglo XXI", habla de "hackeo" de lo humano. Regalamos inadvertidamente nuestro perfil de usuario o ciudadano para fines desconocidos de terceros que ignoramos. En los delitos informáticos que se proyectan en Chile debería incluirse -no mirando solo al presente, pues para este ya es tarde- el uso no consentido o abuso de datos personales mediante macrodata para fines no declarados.
Sería negligente no prestar atención política a tantas señales que, pese a confundirnos, nos brindan el privilegio de utilizar con eficacia la prospectiva como herramienta propia de los tiempos, incorporándola en todo nivel de educación y en toda gestión del desarrollo. Este ya no es tiempo de oráculos ni de vaticinios indemostrables.
De los signos del futuro se están ocupando visionariamente desde 2006 los agudos británicos. Investigan en Oxford y Cambridge los riesgos de la inteligencia artificial que, acaso, no nos apreciará como socios. En Chile ha escrito sobre esto el filósofo José Miguel Arteaga. Ecos también se escuchan en las ofertas de MBA sobre análisis de futuro para combatir la incertidumbre, pues una constante del mundo hacia el que marchamos será el cambio permanente y, como concluye Harari, la incertidumbre.
Entonces, pongamos mucha atención a la lluvia de notificaciones que viene del mañana. Es un fenómeno global y sin retorno, que corre poderoso a nuestro encuentro o desencuentro y que no depende de nuestros avances.
Clara Leonora Szczaranski
Decano Facultad de Humanidades
Universidad Mayor