¿Cambio climático o cambio global?

Columna publicada en El Mostrador el 19 de junio de 2024.


Hoy en día el cambio o crisis climática permea todo tipo de publicaciones, desde discursos políticos hasta comerciales. Lo que no se aclara es que el cambio climático es solo uno de los componentes del cambio o crisis global, que comprende todas las dimensiones que determinan el estado del planeta Tierra, incluyendo la integridad de la biodiversidad, los flujos biogeoquímicos o la contaminación, entre otras.

Dentro de este marco conceptual se definen los llamados “límites planetarios”, que buscan determinar qué factores debemos asegurar para que el planeta se mantenga en el mismo estado que permitió tanto la evolución biológica como la cultural de nuestra especie.

Algunos trabajos recientes muestran cómo estamos poniendo en riesgo varias de las dimensiones que mantienen estas condiciones planetarias.

El ser humano es una especie cultural y genera conocimiento y tecnología por aprendizaje social. Ballenas, pájaros, elefantes y otros primates son también ejemplos de especies culturales. Sin embargo, nuestra actual estrategia cultural se asocia al secuestro cada vez más acelerado de energía y materia del planeta para nuestras sociedades, alterando sus dinámicas sistémicas.

Algunos investigadores indican que, incluso de superar las adversidades del cambio climático, el estado de la Tierra aún podría colapsar, y nuestras sociedades con ellas.

La preocupación de comprender la diferencia entre cambio climático y cambio global radica en que muchas de las políticas que se implementan para superar la crisis climática no consideran las otras aristas de la crisis global, generando impactos graves en otras dimensiones. Es así como el riesgo de colapso continúa.

Por ejemplo, el impulso que existe en «fijar CO2», principal gas del cambio climático, generó el mercado de «bonos de carbono».

Estas políticas incentivan, por ejemplo, la siembra indiscriminada de monocultivos de plantas eficientes en fijación de carbono –principalmente pinos y eucaliptos–, sin considerar que son especies exóticas en muchos territorios y que, por lo tanto, alteran los ecosistemas naturales, secan las napas y dejan estériles a los suelos. Otros ejemplos de estas paradojas existen, como la “minería verde” o la “transición energética”, entre otras.

Es importante tener una mirada crítica a la promoción del cambio climático. Debemos recordar que el sistema natural es complejo y no existe una solución única a sus problemas. Entender que solo somos una pieza de la intrincada red de flujos de energía y materia que sostiene a la vida en la Tierra, y que tenemos que acoplarnos según tales flujos para vivir.

La complejidad de tales dinámicas demanda mucha integración de conocimiento, y sin un manejo integral del fenómeno, arriesgamos nuestra sostenibilidad y el bienestar social como especie.

Dra. Vanessa Weinberger
Académica del Centro de Resiliencia, Adaptación y Mitigación (CReAM)
Universidad Mayor sede Temuco