Educación superior e igualdad de género
Columna publicada en El Austral de La Araucanía el 08 de marzo de 2024.
Este 8 de marzo es una oportunidad para valorar los logros en la búsqueda de equidad e igualdad de género y para reflexionar sobre los desafíos que aún enfrentamos.
Como investigadoras nos encontramos siempre convocadas y conmovidas por lo que sucede en el campo social. Los casos de acoso y abuso sexual en universidades chilenas que se silenciaron por décadas salieron a la luz en 2018, generando un movimiento masivo que sorprendió tanto a nivel nacional como internacional. Como otras veces en que se inician grandes transformaciones, no fueron las instituciones las que iniciaron el proceso, sino las mismas estudiantes quienes pedían el cambio, logrando con su movimiento muchas instancias de reflexión, que finalmente impulsaron la sanción de la Ley 21.369 que regula el acoso sexual, la violencia y discriminación de género en el ámbito de la educación superior.
La escritora Chimamanda Ngozi Adichie plantea que para terminar con la discriminación de género se requiere que la sociedad en su conjunto cambie su visión. Nuestro rol desde la educación superior es fundamental para aportar a estos procesos de cambio.
¿Pero, qué decimos cuando decimos género? El concepto de género corresponde a un conjunto de características construidas social e históricamente. Además, es relacional, no alude sólo a uno, sino que se construye en su interacción. Por lo tanto, la perspectiva de género no se trata solo de mujeres, sino de poder visibilizar cómo los roles de género impactan en diversos ámbitos de la vida social.
Aun así, es importante destacar que las investigaciones basadas en evidencia científica muestran que las mujeres están en desventaja en todas las sociedades y en todos los ámbitos (acceso a la salud, a la educación, remuneración económica por su trabajo, etcétera). Esto es arbitrario e injusto, por eso hay que tomar todas las acciones necesarias para revertir esa desigualdad.
También, la ciencia y la tecnología tienen sesgos androcéntricos y sus prácticas merecen ser revisadas al igual que toda institución social. Entonces, ¿cuáles son los aportes de investigar desde una perspectiva de género? Además de cuantificar y cualificar los impactos diferenciados, nos permite focalizar, situar y contextualizar, visibilizar experiencias que no han sido incluidas anteriormente y valorar conocimientos situados.
Otra valiosa herramienta para la justicia económica y social es el concepto de interseccionalidad, que comienza con la premisa de que la gente vive identidades múltiples formadas por varias capas que se derivan de las relaciones sociales, la historia y la operación de las estructuras del poder. Las personas pertenecen a más de una comunidad a la vez y pueden experimentar opresiones y privilegios de manera simultánea, por ejemplo, una mujer puede ser una médica prestigiosa y sufrir violencia doméstica en casa. El análisis interseccional busca revelar las variadas identidades, exponer los diferentes tipos de discriminación y desventaja que resultan de la combinación de identidades.
Bajo este contexto lleno de complejidades y desigualdades, se torna relevante el rol de las universidades y de la investigación para aportar a la equidad e igualdad de género en todos los ámbitos de la vida. Aún tenemos muchos desafíos. Algunos de ellos al interior de nuestras mismas instituciones. Si bien se empezaron a incluir políticas e instrumentos para minimizar estas desventajas, solo se dirigen a la punta del iceberg de la desigualdad.
Este 8M tenemos muchas razones para conmemorar, es un día para encontrarnos, marchar, y juntar fuerzas para lo que viene.
Dra. Jorgelina Sannazzaro
Académica del Centro de Resiliencia, Adaptación y Mitigación (CReAM)
Universidad Mayor sede Temuco