Acoso escolar: cómo reconocerlo y cuáles son sus consecuencias

Aunque cada niño, niña y adolescente es un mundo particular, hay ciertos elementos que permiten saber si están siendo víctimas de bullying. En el plano físico, por ejemplo, podría haber presencia de lesiones no atribuibles a deportes de roce o accidentes, mientras que en lo social tenderían a evitar espacios de interacción con otras personas.


Según la última medición anual realizada por Bullying Sin Fronteras, en Chile hubo un incremento de un 40% en las denuncias por maltrato físico y psicológico en establecimientos educacionales públicos y privados, es decir, entre enero de 2020 y diciembre de 2021, el país pasó de 3.760 casos graves de acoso escolar a 5.934.

Para hacer este análisis, la ONG internacional revisó los datos del Poder Judicial y del ministerio de Educación, dando cuenta que 1 de cada 4 niños, niñas y adolescentes (NNA) es víctima de bullying en Chile, cifra que en Santiago llega a 2.516, la más alta del país, y que en Temuco alcanza los 199.  

Pero, ¿cómo podemos saber si un NNA es víctima de bullying? Según explica Alexis Soto, director de Psicología de la Universidad Mayor sede Temuco, “cada niño o niña es un mundo particular, pues crea comunidad en los entornos educativos en la medida que  se siente inmerso en un espacio cálido, seguro y confiable, cosa que es aún más compleja en el caso de la adolescencia, en donde la aceptación de los pares enlentece o acelera cualquier proceso de aceptación”.

Atendiendo esta variable, agrega el académico, y asumiendo los cambios esperables de acuerdo a su desarrollo evolutivo, se debe poner atención a una serie de elementos, entre ellos:

 –En el plano físico, por ejemplo, puede haber presencia de moretones, rasguños o lesiones, no atribuibles a accidentes o deportes de roce.

–En el plano nutricional, puede existir cambio en los hábitos alimenticios, donde comer más cosas o no querer comer serían indicadores importantes a observar.

–En el plano emocional, existirían cambios en la expresión de sus emociones, en no contar lo que ocurre en el colegio, además de la disminución de estados de felicidad y juego, y aumento de pesimismo e irritabilidad.

–En el plano académico, en tanto, habría disminución del rendimiento y falta de motivación para asistir a clases, preparar materiales o estudiar para evaluaciones.

–En el plano social, tenderían al aislamiento y disminución de espacios de interacción con otras personas.

Efectos del bullying

La violencia escolar y el bullying, dice el director Soto, van minando de manera sostenida la construcción de identidad y autoestima del NNA, lo que impactará en procesos de  planeación de proyecto de vida, independencia y autonomía.

Lo anterior, añade, inhibe un proceso esperable de crecimiento en todas las dimensiones y, por ende, genera cuadros de ansiedad y depresión cada vez más frecuentes en infancia y adolescencia.

“Ahora bien, además de los evidentes problemas asociados al mundo de la salud mental, y al comprender que los seres humanos emergemos interaccionalmente, se ven afectados también el desarrollo familiar, el mundo académico y el mundo social, entre otros”, detalla.

 –¿Qué pueden hacer los padres y/o cuidadores ante esta situación?

–En primer lugar, se recomienda a padres y/o tutores estar muy atentos a las expresiones y comentarios que el NNA realiza o no realiza de su paso por el colegio, advertir la motivación o desmotivación que tienen para asistir diariamente y la existencia o inexistencia de vínculos que tienen con compañeros o compañeras en lo referido no solo a tareas escolares, sino también a juegos, celebraciones de cumpleaños o incorporación a actividades deportivas. Esta información será clave para identificar las áreas en las que se podría estar presentando una dificultad. Una vez identificada es poder abrir espacios para conocer qué es lo que está ocurriendo y cuál es la necesidad que el NNA presenta respecto a la situación, aquí es importante ser cauto en no sobre reaccionar y poner en peligro directo o indirecto al niño por tratar de intervenir de manera impulsiva y no planeada. Lo segundo, planificar en conjunto con el niño las acciones a desarrollar, conversar con la profesora jefe, el orientador, psicólogo u otro profesional existente en el colegio para poder activar un protocolo o generar las ayudas necesarias para interrumpir la violencia y generar un nuevo  patrón interaccional entre los estudiantes.

–¿Qué medidas y/o protocolos debe adoptar el establecimiento educacional para prevenir y/o abordar el bullying?

–Cada establecimiento escolar debe contar con un programa de convivencia escolar y un flujograma que permita denunciar o alertar respecto de acciones de violencia. Muchas veces ocurre que estos planes fueron escritos hace algún tiempo y están descontextualizados, ya sea por cambios en la estructura de la institución o porque no contemplan acciones que pudieron haber aparecido en el último tiempo y no fueron incorporadas en el protocolo. Se sugiere idealmente que la construcción de protocolos sea una instancia participativa en donde todos los actores estén representados, para garantizar que se cumpla en forma y fondo con las necesidades de cada comunidad. Es importante, además, que cada institución socialice el plan de convivencia y los protocolos de denuncia de forma permanente, en primer lugar al momento de la matrícula de cada estudiante, en donde padres y estudiantes toman conocimiento del documento y aceptan los términos el mismo, y en segundo lugar gestando charlas y talleres de buen trato o buen vivir que estimulen relaciones saludables en todos los miembros de la comunidad de forma sistemática y en todos los niveles de enseñanza.