Académico de Veterinaria contribuyó con un capítulo sobre agricultura mapuche en libro publicado por la PUC
El Dr. Adrián Catrileo, quien se desempeña en la carrera de Medicina Veterinaria de la sede Temuco, es parte del libro "Perspectivas y desafíos de la agricultura y desarrollo rural en Chile" de la Pontificia Universidad Católica de Chile. En dichas páginas, el docente comenta que “el minifundio, el acceso al agua y la falta de apoyo productivo son las principales dificultades que enfrentan las comunidades".
El Dr. Adrián Catrileo tiene una amplia trayectoria profesional en la Región de La Araucanía. Ingeniero agrónomo de la Pontificia Universidad Católica de Chile y PhD. de la Universidad de Reading, Inglaterra, se ha desempeñado como académico en distintas universidades regionales, incluida la Universidad Mayor desde 2018, además formó parte como investigador del Instituto Nacional de Investigación Agraria (Inia), llegando a ser el director del centro regional Carillanca.
Con toda esa experiencia, su mirada sobre la agricultura mapuche es valorada y así lo demuestra su reciente contribución en el libro Perspectivas y desafíos de la agricultura y desarrollo rural en Chile, que fue editado por académicos de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Titulado “Interrogantes y Desafíos de la Agricultura Chilena al 2030: Una mirada a la situación Mapuche”, el capítulo escrito por el Dr. Catrileo, junto con contextualizar históricamente el desarrollo agrícola de la sociedad mapuche, incluye temas como conflictos socio ambientales, propiedad de la tierra y nuevas oportunidades de desarrollo.
El Dr. Adrián Catrileo, académico de Medicina Veterinaria de la U. Mayor sede Temuco.
Dificultades y desafíos
Respecto a su publicación y el diagnóstico que en este hace, el Dr. Catrileo comenta que “la actividad agrícola-ganadera mapuche se concentra en la producción de trigo como base, avena, una pequeña huerta y ganadería. El uso de tecnología es escaso y de bajo input de fertilizantes y control de malezas. Por lo tanto, la producción es fundamentalmente de subsistencia y venta de algunos excedentes” y agrega que “en general, muchas de las familias que integran una comunidad mapuche, que son unas 40 a 60 familias aproximadamente, posee una superficie de, en promedio, 3 a 4 hectáreas, mayormente en condiciones de secano y en suelos generalmente pobres, lo que dificulta su productividad”.
¿Cuáles son las principales dificultades que se deben afrontar y superar para un mayor o mejor desarrollo del sector?
Entre las principales dificultades surgen el minifundio, el acceso a agua de bebida no sólo humana sino también para los animales y la falta de apoyo productivo. En la actualidad, con la importancia que ello tiene, la conectividad digital es una seria limitante para acceder a información y desarrollo futuro. Desde el punto de vista social, la educación sigue siendo un pilar a mejorar, como también el reconocimiento por parte de la sociedad que el mapuche representa una cultura distinta, anterior a la invasión hispana y al Estado de Chile y que debe ser reconocida y respetada como tal. En cuanto a lo económico, la comercialización de sus productos es otro cuello de botella, al no contar con iniciación de actividades.
En términos de pertinencia cultural, ¿existe un trabajo por parte de instituciones del Estado o universidades que trabajen con las comunidades y aborden el desarrollo de la agricultura con pertinencia cultural?
En mi opinión, ha habido en el tiempo por parte de las universidades regionales un acercamiento a la realidad mapuche y ello se ha expresado en la existencia de seminarios que abordan el tema. Los operativos que escuelas del agro que se realizan en las comunidades entregando apoyo y capacitación. Sin embargo, falta pertinencia cultural, es decir, que el acercamiento se haga con conocimiento de la cosmovisión mapuche, de su cultura y de sus autoridades. Las instituciones públicas también lo hacen a través de diferentes programas liderados por las Municipalidades y el INDAP, que han diseñado programas específicos (PDTI, por ejemplo) para atender a usuarios mapuches.
¿El fenómeno de reivindicación de tierras y adjudicación de estas por parte de Conadi impacta en una proyección de desarrollo para la agricultura mapuche?
La tierra es una de las demandas más sentidas del pueblo mapuche y en particular por los grupos más radicales. La memoria mapuche no olvida que de un territorio existente de alrededor de 10 millones de hectáreas en el cual vivían y desarrollaban su vida y anhelos. Luego de la Pacificación de La Araucanía, realizada por el Estado de Chile, hacia 1880 y la usurpación de terrenos por particulares posteriormente, fueron limitados a no más de 500 mil hectáreas en áreas de suelos no precisamente de buena calidad y con ello se empobrecieron. La Conadi ha cumplido su función, sin embargo, tiene limitaciones y hay voces muy críticas de su accionar.
¿Qué escenario usted visualiza en 2030?
Uno esperaría que para dicha fecha se hayan cumplido algunas de las promesas que llevan años de espera y que han superado diferentes gobiernos, como el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas del país, transformar a Chile en un Estado plurinacional, vale decir, reconocer que existen varios pueblos conviviendo en un mismo territorio y que la sociedad chilena acepte a los pueblos indígenas como sus primeras naciones, con su cultura, su lengua y cosmovisión. La Convención Constitucional está en este proceso y es de esperar que en la nueva Constitución quede ello plasmado.