Octubre rosa
Columna publicada en El Austral de La Araucanía el 31 de octubre de 2025.
Cada octubre recordamos el cáncer de mama. Nos vestimos de rosa, compartimos mensajes y reforzamos la importancia del diagnóstico precoz.
Sin embargo, pocas veces hablamos de lo que respiramos. El aire contaminado también deja huellas invisibles en nuestro cuerpo, incluso en el tejido mamario.
En Temuco y Padre Las Casas, los niveles de material particulado fino (PM₂.₅) superan ampliamente las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que establece un límite —expresado en microgramos por metro cúbico (µg/m³)— de 5 µg/m³ anual y diario de 15 µg/m³.
Según datos del Sistema de Información Nacional de Calidad del Aire, SINCA, para el periodo 2017-2025, los promedios anuales de material particulado fino en la Estación Las Encinas de Temuco han variado entre 22,9 y 33,2 µg/m³, mientras que en la Estación Padre Las Casas II fluctuaron entre 20,7 y 32,9 µg/m³. En la Estación Ñielol, en tanto, oscilaron entre 16,1 y 28,5 µg/m³.
En conjunto, más del 40 % de los días del año superan el valor diario recomendado, cifras que reflejan una exposición crónica de miles de personas, especialmente mujeres, niños y personas mayores.
Cuando respiramos aire contaminado, las partículas más finas penetran profundamente en los pulmones y pueden llegar a la sangre. Desde allí generan inflamación y daño celular, alterando el funcionamiento natural del cuerpo. Con el tiempo, esta exposición puede acelerar el envejecimiento biológico y favorecer enfermedades crónicas, entre ellas las enfermedades oncológicas.
Hablar de cáncer no solo es promover el diagnóstico precoz, sino también entender los factores ambientales que lo favorecen. El “octubre rosa” debería teñirse también de conciencia ambiental.
Proteger el aire que respiramos requiere acciones colectivas y personales: mejorar la aislación térmica de las viviendas, disminuir el uso de calefacción a leña, optar por energías más limpias y exigir políticas públicas que prioricen la salud por sobre prácticas tradicionales que hoy sabemos dañinas, como el uso de leña húmeda.
Porque cuidar el aire que respiramos es otra forma de cuidar nuestras mamas, nuestra salud y la de quienes amamos.
Irma Valdebenito
Académica Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud
Universidad Mayor sede Temuco
